
Desde sus inicios, con 8000 empleados que trabajaban en tres laboratorios de investigación y 100 millones de dólares de presupuesto anual, sus programas de exploración espacial asombrarían con sus proezas.
Sus astronautas orbitaron el planeta, caminaron en la superficie lunar, pilotaron la primera nave espacial con alas -el transbordador, capaz de salir al espacio como un cohete y de retornar a la Tierra como un planeador- y construyeron la Estación Espacial Internacional.
Sus naves robóticas estudian la Tierra y visitaron todos los planetas del Sistema Solar (pronto llegarán al más alejado, Plutón). Con su programa de grandes observatorios (que incluye esa maravilla tecnológica que deja sin aliento, el Telescopio Espacial Hubble) tomaron las más espectaculares imágenes del universo y se asomaron a los comienzos del tiempo.
En la aeronáutica, sus jets llegaron a volar a diez veces la velocidad del sonido, un límite considerado la frontera del vuelo.
La era espacial, de la que la NASA es protagonista principal, inauguró también una ventana privilegiada hacia el planeta. De enorme importancia económica, las fotos e informaciones terrestres y la red mundial de comunicaciones que los satélites hicieron posible transformaron para siempre nuestra percepción del lugar que ocupamos en el espacio, redujeron distancias y hasta tuvieron un impacto definitivo en la política mundial.
Visto en: La Nación
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