Y lo que más llama la atención es que archivan allí con pelos y señales todas sus fechorías por lo que el trabajo de investigación criminal se ha facilitado enormemente. Son hasta detallistas, directos, no dejan lugar a dudas pero a veces utilizan “claves” que son fácilmente detectables por nuestros experimentados sabuesos.
Por ejemplo, en lugar de escribir “amante1” anotan “peladita sabrosita” y para la número dos reservan el mote de “ricurita”. Nada de lugares comunes porque pueden ser peligrosos.
Y entonces me pregunto qué pasaría si le encontraran el computador portátil a algunas personas y lo primero que hallarían sería innumerables fw, y no se qué más, basura que reciben y se la chutan a uno. Otros se dedican a fwear oraciones, bellos paisajes, imágenes de chiquitas quemadas o con cáncer y la de un chulo parado sobre un negrito famélico a punto de darle el primer picotazo. La que más me han re-enviado es la de la aquella pequeña vietnamita desnuda y horrorizada bajo un ataque aéreo que llegó a ser la embajadora de su país en la ONU. (esa muchachita ya es abuela).
Esto de los computadores no es solo asunto de delincuentes; a mi oficina llegan mensualmente unas caritativas monjas recolectando dinero para su noble labor y una de tantas veces dejaron un antiquísimo PC portátil sobre mi escritorio; después de haber asentado en el cuadro Excel mi pequeña contribución alguien las distrajo y me pude dar cuenta de los secretos de ese computador. Miren y vean algunos de ellos: el viejito Pacho, el de la pieza 8, tiene una diarrea que ni con Lomotil... María, nada que quiere comer… y Magola tiene cinco noches sin dormir...
Cierto día fui a casa de Carlos Guevara y en su computador pude distinguir entre otras las siguientes carpetas: De trompos y Barriletes (cometas); una diferente: Chochó-Primitivos pobladores; y cómo identificar los callejones de Sincelejo y Valledupar.
Silvio González Vergara tiene tres carpetas: las mil maneras de preparar carne salada, la otra titulada Del Aguardiente al Whisky, ¡ah! y la otra Yo no tomo cerveza, Causas y Consecuencias.
Jorge Eliécer Quintero Castro tiene varios computadores pero hay uno dedicado exclusivamente al tema “Cómo sobrevivir a una parranda vallenata”.
Alfredo Martínez Barón me mostró en cierta ocasión y muy rápidamente parte del suyo, algo llegué a mirar sobre “Veneno para Ratones”, otra hacía alusión a los Infalibles Sistemas Para Conservar Hígados Sanos y la que versaba sobre los “Dodge Dart”. Pero la que más me llamó la atención fue la parte dedicada a Georg Dahl, aquel legendario académico sueco que vivió en Sincelejo y que impartió sus primeras enseñanzas a los científicos Yunis-Turbay con los que “Exterminio” se sentó en los mismos pupitres.
Un conocido magistrado enriquece a diario sus informaciones vía Internet sobre la figura del Pavaricato (no prevaricato), conducta - poco delicada - pero no delictiva, que equivale más o menos a lo siguiente: maneras de inducir a un inocente que se cree culpable a que brinde a su juzgador un sancocho de pavo con traguito y todo. Existe también la variante del Chivoricato, practicado en La Provincia.
Por hoy está bien porque se les da por revisar el mío.
Visto en: El Pilon Por Jaime Garcia Chadid
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