
Ni el grano de café, ni el tomate, ni la pasta de dientes, ni los chicles, ni echarse un hielo a la boca, ni ponerse a correr ni a hacer el pino sirven para contrarrestar los excesos cometidos con el alcohol cuando uno se pone al volante por más que haya quien trate de convencer con falsas leyendas de que algunos métodos dan resultado.

La razón es simple. El alcohol se absorbe en el estómago, en la primera parte del tubo digestivo, después va a la sangre y se distribuye a todo el cuerpo, también a los pulmones, donde el alcohol, al ser volátil, se evapora por los alvéolos. Es la mayor vía de eliminación, aunque también se puede expulsara través del sudor y la orina. Así, los alcoholímetros miden el alcohol en el aire espirado de los pulmones, no el que contiene el estómago.
Son muchos los mitos que circulan acerca del alcohol, algunos con más fundamento que otros, aunque ninguno puede alterar ilícitamente el resultado de un dedo acusador con tanta fuerza como el del alcoholímetro de los Policias de Transito, según indican los expertos.
Los policias fueron dotados de un pequeño alcoholímetro que lo cargan con baterias doble AA.
Lo mejor es entregar las llaves y no esponerse a que le hagan un partecito....
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